domingo, febrero 03, 2008

Los Otros de 2007

Como ya hicimos el año pasado, ante la celebración de entrega de los premios de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España que tendrá lugar esta noche, Señor Toldo Dice se ve en la necesaria obligación de señalar todas las películas españolas verdaderamente buenas (magníficas) de la temporada y que, por supuesto, son ajenas a los procesos de nominación y premios del 'esdemasiadofácilmeterseconél' establishment del cine español. Los dos diarios más importantes publicaron ayer sendos artículos de opinión acerca de las supuestas bondades de nuestro cine y el enésimo ejercicio de incapacidad intelectual para desentrañar unas evidentes causas de por qué el público le da la espalda: Fernando Méndez-Leite lo primero en El Mundo y Roman Gubern lo otro en El País (este último dice que se está generalizando la costumbre de bajar las películas de internet... ¿se está? ¡desde hace más de un lustro, oiga!). Con estos amigos y muchos otros casi no harían falta tantos enemigos, pero vamos a salvar la visión del año 2007 en cuanto a cine español que dará la gala de esta noche con las verdaderas joyas de su producción. No sin antes hacer notar una vez más que estamos viviendo una década de increíble calidad de propuestas cinematográficas patrias más que ignoradas por público, industria y crítica, lo que hacía que me retorciera ante todos los lugares comunes, adscripciones políticas aparte, surgidos en voceros varios tras el estreno de Caótica Ana, por muy de acuerdo en que es una puta mierda estemos. Por lo tanto, antes de generalizar sobre el cine español deberían ser muy tenidas en cuenta estas películas del año pasado:


· Yo, Rafa Cortés — Àlex Brendemühl, quien posiblemente sea el mejor actor español de la actualidad, encarna en esta opera prima que también ha co-escrito a un alemán que intenta integrarse en un pequeño pueblo de Mallorca. Una película más que sumar a la corriente de quienes hacen del tan goloso problema de la propia identidad enfrentada a un ambiente extraño y ajeno (con la globalización todos lo son, ya lo dejaba claro Zhang Ke en The world) su tema principal. A destacar las atribuciones de suspense hitchcockiano que se le dan (sorprende sobre todo en una película de estas reposadas características) a una simple botella de whisky.


· Concursante, Rodrigo Cortés — Debut en el largometraje del director de uno de los mejores cortos del tan superpoblado panorama español, 15 Días (2000), que además de contar con unos solidísimos guión y propuesta narrativa supone un derroche formal de grandes proporciones. Puntos de conexión con Paul Thomas Anderson y Martin Scorsese en su montaje frenético y un mensaje antisistema tan diluido y desnaturalizado como el Fight Club de Fincher. Leonardo Sbaraglia lleva el 90% del peso actoral (sin desmerecer las colosales interpretaciones de unos secundarios ayudados por unas líneas de diálogo soberbias, muchas veces superpuestas sobre sí en la tradición del mejor Altman) y cumple con creces, aunque haya momentos en los que Rodrigo Cortés no encuentra el tono adecuado (la cita a Bergman es burda, ramplona y antiestética, sobre todo si se compara con las que hay a PTA o Altman).


· La línea recta, José María del Orbe — La que posiblemente sea la Mejor Película Española del Año (no he visto aún En la ciudad de Sylvia y por eso no aparece en esta lista) es otro primer largometraje, aunque de un director ya muy curtido en el mundo de la publicidad, y también una propuesta narrativa radical y sustentada en un único protagonista omnipresente en pantalla y en torno al cual giran el resto de personajes y acontecimientos. Aquí se trata de Noelia, una joven barcelonesa repartidora de publicidad que encarna con una naturalidad, que stars tan queridas de sí mismas como Bardem nunca podrán igualar, a una verdadera trabajadora alienada (claro que siempre defenderé que León de Aranoa hace cine de fantasía épica, como tal hay que valorarlo y por eso Princesas es su mejor película hasta la fecha) en una película que puede ser tan real como para doler en su retrato de nosotros mismos. Se dice que es hija estética y conceptual de la primera secuencia de Millenium Mambo, pero desde luego también en su valía como retrato generacional. Por aquí ya la recomendamos sin verla, ahora confirmo que tanta exageración estaba del todo justificada.


· El silencio antes de Bach, Pere Portabella — El retorno de Portabella al cine en plena cresta de la ola de su revalorización artística internacional no ha decepcionado en absoluto, con una visión plástica más rica y cuidada que en su anterior, más conocida pero peor, Puente de Varsovia. Una exploración del poder evocador y envolvente de espacios de la música, pseudo-recorrido histórico de la obra de Bach a lo largo de la Historia de Europa (mi parte favorita es en la que se reconstruye cantando la leyenda de Mendelssohn) y sus resonancias en la actualidad con una narración segmentada en piezas audiovisuales de museo.


· La soledad, Jaime Rosales — La segunda película de quien nos deslumbró con Las horas del día es quizás la propuesta de esta nueva ola a la que más se le noten las ambiciones, aunque no me miren a mí para encontrar posturas desfavorables a una división de la pantalla en dos que no veo impostada sino más que adecuada para sus intenciones. No tan sutil en su retrato de un Madrid post-atentado como la sobresalientísima Mujeres en el parque de Felipe Vega (también de este año pero ya reseñada en el post del anterior), pero aun así tan cuidada y conseguida que las nominaciones a los Goya no deberían empañar su inherente calidad.

Hasta aquí he querido hablar de obras verdaderamente magníficas y que, sobre todo en los casos de José María del Orbe y Rafa Cortés, creo que no tienen nada que envidiar a todas esas películas de diversas nacionalidades que hace poco han aparecido nombradas en las listas de lo mejor del año. Pero es que si levantamos un poco la mano podemos encontrar otros muchos títulos muy interesantes y disfrutables: [REC] de Balagueró y Plaza, Ladrones de Marqués e incluso Bajo las estrellas de Viscarret, la que fue opera prima oficial del año hasta que llegó el torrente orfanal.

Por último, no puede quedar sin nombrar Los Cronocrímenes, ya tratada en el pasado y que a buen seguro estará presente en la selección del año que viene, ahora que ya por fin en pocos meses será estrenada comercialmente en salas y más gente podrá disfrutar de su medido repliegue espacio-temporal de una historia que hace de la sencillez latente uno de sus principales valores.



Todo un panorama del cine español del que no se va a ver ni una pizca esta noche, pero que es el que está conformando de verdad (al menos en términos de calidad), revalorizando y animando nuestra cinematografía estos años.