A small remembrance of something more solid
El viernes pasado celebramos la inauguración del Cinemad 2007, este año un evento relevante por tratarse del último pase de Los Cronocrímenes en España durante un periodo de tiempo, puede que al menos hasta que algún distribuidor nacional se quite la venda (rosa) de los ojos de una vez. Al evento acudimos algunos de los sospechosos habituales de la blogocosa, en una pseudo-quedada de alto valor improvisado con el claro objetivo de colarnos para ver la película del señor Vigalondo.
Existe la posibilidad de diálogo entre obras tan aparentemente desvinculadas como The Fountain, el retrato del exceso caótico y metafísica abigarrada, y Los Cronocrímenes, una película de viajes en el tiempo costumbrista y que afortunadamente no tiene la necesidad de autojustificarse. Ambas, al fin y al cabo, dos historias de amor. Las dos parten de un minimalismo y sencillez de elementos apabullante para, acto seguido, trastocarlo, replegarlo para terminar convirtiéndolo en la última mínima y nuclear pieza de un juego de muñecas rusas fascinante. Una vez vistas, lo mejor es irlas desnudando de sus múltiples hojas para encontrar esa esencia primera, que aunque hay que reconocerla más desarrollada en el caso de Vigalondo no por ello deja de tener el indiscutible valor de belleza propio de lo más sencillo. Algo que ya se le podría atribuir como marca de estilo.
Sin llegar a superar a su obra maestra Choque (de reminiscencias, entre otras, bressonianas), este estreno en el largometraje cumple todas las expectativas construidas a lo largo del resto de ese conjunto multigenérico e intrasferible que forma hasta ahora su obra audiovisual. Además, la dirección tiene el buen gusto de no caer en los peligrosos alardes formales del síndrome opera prima y es tan contenida como efectiva en algunos momentos de increíble fuerza visual. Por no hablar de los puntuales momentos de puro humor pocho, diseñados para desarmar a cualquiera. Intentaré volver sobre ella cuando su difusión permita el despiece masivo y la absoluta diversión de todos los que vayan a verla.
Existe la posibilidad de diálogo entre obras tan aparentemente desvinculadas como The Fountain, el retrato del exceso caótico y metafísica abigarrada, y Los Cronocrímenes, una película de viajes en el tiempo costumbrista y que afortunadamente no tiene la necesidad de autojustificarse. Ambas, al fin y al cabo, dos historias de amor. Las dos parten de un minimalismo y sencillez de elementos apabullante para, acto seguido, trastocarlo, replegarlo para terminar convirtiéndolo en la última mínima y nuclear pieza de un juego de muñecas rusas fascinante. Una vez vistas, lo mejor es irlas desnudando de sus múltiples hojas para encontrar esa esencia primera, que aunque hay que reconocerla más desarrollada en el caso de Vigalondo no por ello deja de tener el indiscutible valor de belleza propio de lo más sencillo. Algo que ya se le podría atribuir como marca de estilo.
Sin llegar a superar a su obra maestra Choque (de reminiscencias, entre otras, bressonianas), este estreno en el largometraje cumple todas las expectativas construidas a lo largo del resto de ese conjunto multigenérico e intrasferible que forma hasta ahora su obra audiovisual. Además, la dirección tiene el buen gusto de no caer en los peligrosos alardes formales del síndrome opera prima y es tan contenida como efectiva en algunos momentos de increíble fuerza visual. Por no hablar de los puntuales momentos de puro humor pocho, diseñados para desarmar a cualquiera. Intentaré volver sobre ella cuando su difusión permita el despiece masivo y la absoluta diversión de todos los que vayan a verla.
·
En otro orden de cosas, les recuerdo que, como cada domingo, el Iván celebra la festividad poppie por excelencia. Hoy con guest star y todo, que viene de atravesar un concierto de Zorras Adolescentes y la noche burgalesa con sólo cerveza como elemento anticongelante, ¿no sabes? Pero no se dejen distraer por los lunares y ya que visitan la página aprovechen para descubrir la escalofriante verdá sobre Rafa Corega. Pues eso.