sábado, junio 30, 2007

Ladrones, no voleurs


Vale que la mejor película que se puede ver ahora mismo en los cines es, sin ninguna duda, Last Days, fascinante obra cumbre de este GVS Reloaded que, desde su trinchera formal quiere dominar la tercera vía del cine estadounidense, pero por eso mismo voy a llamar la atención sobre otra película, imperfecta y en principio destinada a pasar más que desapercibida. Embaucado aún no sé bien cómo —o, en realidad, sí si combinamos los factores brisa nocturna donostiarra, pintas de Heineken ridículamente baratas y compañía femenina de esas con alta capacidad de convicción—, esta semana he visto Ladrones, opera prima de Jaime Marqués. Alguna que otra fotografía de promoción ya me había hecho presagiar una especie de inconfeso remake patrio de Pickpocket, si bien no en su totalidad, sí en algunos de sus elementos (cf. la práctica con el maniquí). La sorpresa fue encontrarme con una propuesta más que digna y de calidad, en búsqueda de una integridad artística que, por el contrario, no consigue.

Es posible que Juan José Ballesta y María Valverde sean dos de los actores más pésimos del ya de por sí devaluado panorama nacional, pero el director consigue sacar oro de este oportuno casting —desconozco sí "de productora" o consciente— renunciando casi por completo a dar cualquier atisbo de profundidad psíquica y emocional a sus personajes. Estamos ante una reinterpretación en clave pop y minimalista de la Pickpocket original, de su esencia argumental, y Marqués se centra a la perfección en los movimientos de los cuerpos que deambulan delante de la cámara. Los morosos diálogos son pronunciados con absoluta desgana por ambos protagonistas, aunque en realidad se estén esforzando por parecer naturales —aquì la desnaturalización bressoniana de las distintas tomas parece surgir espontánea del sobreesfuerzo melodramático del actor y la actriz—.

A los amantes de las intrincadas tramas repletas de giros o complicadas operaciones colectivas de robos, intereses personales y traiciones amargas, les advierto que el contenido argumental de Ladrones no pasa de la anécdota —anécdota que, además, ya nos han contado unas cuantas veces—, con lo que esta es su oportunidad para proferir a la salida de la sala esa frase con la que se les llena la boca: "es un corto alargado". Así habrán conseguido terminar el día autorrealizándose, pero también demostrando una gran ignorancia, ¡vaya dilema! Como ya digo, el secuencial reconocimiento de la trama de la película permite que nos fijemos mejor en las intenciones de Marqués, que considera todo lo que aparece en su encuadre un elemento plástico con la misma importancia que cualquier otro, le da igual que intente balbucear unas palabras que, al fin y al cabo, son lo de menos en una película sobre actuaciones rápidas, sigilosas y en las que la comunicación se realiza con el silencio de los movimientos del cuerpo o de una mano rascando la nariz.

Ahora vamos a por el gran fallo, que echa por tierra una gran parte de lo conseguido anteriormente por la película. De nuevo no sé la implicación última del director en este sentido —ando con mucho ojo a la hora de hablar de ello por la peculiaridad de tal reparto de, a su manera, "stars"—. Si el final de Pickpocket es uno de los mejores de Toda La Historia Del Cine —como bien sabe Paul Schrader— es precisamente por todo lo que conlleva la redención humanizadora de la unión entre dos almas solitarias. En el caso de Ladrones, esto es llevado hasta el extremo de lo burdo e incrustado en un punto aleatorio del metraje sin que su acontecer suponga un cambio para lo visto anteriormente ni para lo que viene después. Es lo trascendente transformado en un calentón de verano. Que no niego que la cosa no tenga su punto de transgresión, pero en otro contexto; aquí no guarda ninguna coherencia con el resto de la película. Una verdadera lástima, pero es que por cosas menos graves un servidor se carga Zodiac, la peor película de David Fincher hasta la fecha, sin el menor remordimiento.

sábado, junio 09, 2007

extracciones #4

He walked down to her room and tapped at the door. He waited. He tapped again. He saw the curtain move and then she opened the door. She stood there in the same jeans and T-shirt. She looked like she 'd just woken up.
I know you aint old enough to drink but I thought I'd see if you wanted a beer.
Yeah, she said. I'd drink a beer.
He lifted one of the cold bottles out of the brown paper bag and handed it to her. Here you go, he said.
He'd already turned to go. She stepped out and let the door shit behind her. You dont need to rush off thataway, she said.
He stopped on the lower step.
You got another one of these in that sack?
Yeah. I got two more. And I aim to drink both of em.
I just meant maybe you could set here and drink one of em with me.
He squinted at her. You ever notice how women have trouble takin no for an answer? I think it starts about age three.
What about men?
They get used to it. They better.
I wont say a word. I'll just set here.
You wont say a word.
No.
Well, that's already a lie.
(...)
I just meant it's all right we could just set out here and drink a beer.
Well I'm glad to hear that's all right.
Where are you headin? You aint never said.
Hard to say.
You aint goin to California though, are you?
No. I aint.
I didnt think so.
I'm goin to El Paso.
I thought you didnt know where you was goin.
Maybe I just decided.
I dont think so.
Moss didnt answer.
This is nice settin out here, she said.
I guess it depends on where you be settin.

· Cormac McCarthy, No Country For Old Men, 2005

Extractos de uno de los mejores pasajes que he leído en mucho tiempo; como todo el libro, nada tan seco, cortante, directo, sudoroso y testosterónico desde 1280 almas. Ya estoy buscando la forma de hacerme con Blood Meridian y demás recomendaciones que ustedes me puedan hacer sobre este titanaco. Si los Coen no vuelven por la puerta grande gracias a este novelón es para matarles.