domingo, diciembre 31, 2006

Aquello de las listas [2006]

Tengo que reconocer que la tradicional tarea navideña de recopilación de lo visto a lo largo del año y su organización jerárquica según sus cualidades, importancia artística, nivel de pregnancia mental o, en definitiva, el gusto personal de cada uno, me ha resultado bastante complicada en esta ocasión por el importante número de grandes películas que he encontrado en 2006. Y eso teniendo en cuenta solamente lo estrenado en España entre el 1 de enero y el 31 de diciembre, porque en términos globales este 2006 ha dejado obras de grandísima importancia y proyección de futuro para listas con lo mejor de la década, que o bien tardaremos aún bastante en ver estrenadas por aquí o nunca lo harán y será necesario recurrir a los métodos alternativos y ecológicos para poder verlas.

Antes de comenzar con mi personal Top 15 considero necesario hacer una mención a la producción cinematográfica española de este año. Resulta curioso cómo un balance anual dominado por la mayoritariamente aceptada y reconocida pobreza artística de grandes aventuras históricas y presupuestarias como Alatriste, Tirant Lo Blanc o Los Borgia puede llegar a ocultar el que en realidad ha podido ser uno de los mejores años de nuestra cinematografía reciente. Ahí está la última obra de Almodóvar, que con Volver ha recuperado su carrera artística tras el bache de La mala educación y, no solo ha sacado la mejor interpretación posible de Penélope Cruz, sino que la ha elevado a icono nacional y fílmico. Pero no nos quedemos con el consagrado manchego, lo más importante, rompedor y estimulante del año ha venido de la mano de directores jóvenes, primerizos y, en mayor o menor medida, practicantes de un cine personal basado en sólidas apuestas estéticas que les sitúan por encima de los tan manidos y recurridos lugares comunes –temáticos y formales– de una cinematografía siempre cuestionada: Javier Rebollo con Lo que sé de Lola, Cesc Gay con Ficció, Roger Gual con Remake, Albert Serra con Honor de cavalleria, Daniel Sánchez Arévalo con AzulOscuroCasiNegro y Koldo Serra con Bosque de sombras son impecables muestras llenas de talento de lo que puede dar de sí nuestro cine. Además, se me han quedado sin ver otras tan prometedoras como La leyenda del tiempo de Isaki Lacuesta, El ciclo Dreyer de Álvaro del Amo o The Birthday de Eugenio Mira, y dentro de nada llegará lo nuevo de Felipe Vega y Nacho Vigalondo. Un panorama inmejorable, y una gran oportunidad para que el público recuperara la confianza en el cine nacional... si fuera a verlo, claro.

Ahora, sin más dilación, mis películas de 2006:

15 · Borat (Larry Charles, 2006) — Perfecto y rentable salto al cine del fantástico personaje televisivo creado por Sacha Baron Cohen y toda una demostración de su inagotable talento satírico con la combinación perfecta entre la sal gorda como piedras y la surrealista ironía montyphytonesca.

14 · Domino (Tony Scott, 2005) — Tripi audiovisual made in Tony Scott que aglutina, remueve, bate y aclara toda su esquizofrénica saturación en la presentación del cine de acción del siglo XXI, basado en la forma excesiva sobre el contenido mínimo y las imágenes hiper-gratuitas –¡esa lap-dance!–, la máxima expresión de las constantes mayoritarias en el cine comercial de hoy en día presentadas como un exagerado y delicioso manierismo.

13 · Good night and good luck (George Clooney, 2005) — Caso contrario al anterior. Aquí Clooney sigue a rajatabla la mayor austeridad formal y argumental que le es posible para retratar a Murrow de la forma más clara y directa, más que en el personaje interesado en un discurso del pasado que, desgraciadamente con toda la razón, no duda en aplicar al presente.

12 · Remake (Roger Gual, 2006) — La segunda película de Gual no decepciona, sino que incluso por afinidades temáticas para mí supera claramente a aquella sorprendente Smoking Room. En la línea de La vie des morts de Desplechin, Remake habla de un retiro a una casa de campo y reencuentro entre un viejo grupo de amigos, soñadores ya desengañados y atemperados por el paso del tiempo, y sus respectivos hijos para hablar de las fricciones entre pasado, presente y futuro comunes. Se suma un elemento externo, representado por Marta Etura –en la de Desplechin por Emmanuelle Devos–, que también intentará comprender el universo cerrado del grupo-familia no sin pocas dificultades.

11 · Pride and Prejudice (Joe Wright, 2005) — Una más que impecable adaptación de la ejemplar novela decimonónica de Jane Austen, más que por las acertadas interpretaciones de su casting por el derroche formal que demuestra Wright dando un grandísimo ritmo y dinamismo al relato llenándolo de travellings y planos secuencia, y una composición excelente con un ojo puesto en las pinturas de Friedrich y otro en Ozu.

10 · Brick (Rian Johnson, 2005) — Otro delicioso trabajo de impecabilidad formal y reinterpretación literaria. Plenamente consciente de su herencia post-Donnie Darko y post-Miller's Crossing, Brick es un fascinante film noir postmoderno en clave teen que no necesita caer en chistes fáciles o desviaciones del modelo para dar rienda suelta a su necesaria ironía.

09 · Ficció (Cesc Gay, 2006) — Inmejorable vuelta de Cesc Gay, con una historia de amor intimista, silenciosa y sugerida en los espacios abiertos de la Cerdanya –en contraste con la Barcelona burguesa y de diseño de En la ciudad– y las letras de Nick Cave filtrándose entre la brisa del conjunto.

08 · Running Scared (Wayne Kramer, 2006) — No es que se trate sin lugar a dudas del mejor thriller post-tarantino, sino que además funciona como un siniestro y oscuro cuento de hadas camuflado en una idea argumental encerrada en una sola noche de frenética carrera y rocambolescos movimientos de cámara que vienen a suplir con sobresaliente las carencias que nos dejó Brian De Palma en su decepcionante adaptación de la Black Dahlia.

07 · Caché (Michael Haneke, 2005) — El nuevo juguete metanarrativo de Haneke funcionaba en distintos planos: el terror y la angustia durante su primera visión y el disfrute con el desgrane intelectual durante las sucesivas vueltas a una película que habla de la necesidad de aceptar nuestras responsabilidades, lo traslada a la hipocresía e indiferencia de la sociedad occidental con el mundo que contribuye a crear, pasa por la desintegración de la unidad familiar y termina reflexionando sobre la naturaleza del cine y la influencia de la representación sobre el objeto. Casi nada.

06 · Grizzly Man (Werner Herzog, 2005) — En la misma línea va el falso falsodocumental de Werner Herzog sobre la vida de Timothy Treadwell. No es solamente la característica relación del hombre con la naturaleza lo que interesa al director, sino también los cambios de actitud que experimentamos ante el enfoque de una cámara, por dos vías: las distintas tomas que hacía Treadwell de sus vídeos y el material que grabó el propio Herzog de su familia, amigos y forense.

05 · Lo que sé de Lola (Javier Rebollo, 2006) — La mayor sorpresa que tuve en el Festival de San Sebastián de este año estuvo en la opera prima del cortometrajista Javier Rebollo, una apuesta por el estilo formal bressoniano y las citas explícitas a Godard, Antonioni y Haneke para contar una historia de amor y soledad en un París inédito y nada postalista.

04 · Munich (Steven Spielberg, 2005) — Al final Spielberg ha conseguido una de sus mejores y más maduras obras combinando su nueva etapa de florituras visuales –ya practicadas en sus buenas películas de esta década, es decir, AI, Minority Report y War of the Worlds– con un mayor compromiso político. Fantásticas set-pieces y un impecable trabajo de ambientación, no sólo de dirección artística, sino a nivel de cámara, dirección y fotografía, que lamentablemente quedan empañadas por un absurdo, ridículo y sonrojante montaje paralelo final que solo aspira a medio redimirse en el último plano del film.

03 · Tropical Malady (Apichatpong Weerasethakul, 2004) — El (pen)último salto narrativo del Apicha consiguió colarse en alguna sala de Madrid y Barcelona con su sequedad narrativa y un fascinante díptico sobre la naturaleza destructiva y vampírica del amor. Una primera parte que deberían ver todos aquellos que vieron con gusto la falsa y reaccionaria Brokeback Mountain y una segunda que trasciende la narrativa convencional para transformarse en una experiencia audiovisual entre lo mítico y lo lisérgico.

02 · Children of Men (Alfonso Cuarón, 2006) — Impresionate tour de force distópico, apocalíptico y, en última instancia, de huída sin marcha atrás el que se marca Cuarón en lo que a niveles de percepción y memoria parecería un frenético plano secuencia continuo de 100 minutos. Hay tiempo para todo, para media docena de las secuencias más angustiantes e impactantes del año, un ritmo frenético sin momentos de respiro, un shock en el espectador a la altura del de los primeros espectadores de Psycho, unos incuestionables efectos digitales y hasta una reinvención de las manidas persecuciones automovilísticas. Imprescindible a todos los niveles.

01 · The New World (Terrence Malick, 2005) — Es difícil encontrar palabras para explicar una experiencia sensorial y metafísica como la visión de la última película de Terrence Malick, que podría venir ayudada por la firma del propio Kubrick desde ultratumba. La perfecta conjunción de elementos sonoros, ambientales, formales y de montaje se queda corta para esta historia de amor de la que se ha servido para contar la Historia de la humanidad y cantar a una naturaleza paradisiaca a la que ve imposible volver sin pagar peaje.

Y eso es todo, amigos. Sin olvidar que se han podido ver en pantalla grande sendas obras maestrísimas como Vivre sa vie o La chinoise, no tengo ningún reparo en decir que este ha sido un gran año para el cine.

Luego, si tengo tiempo, pongo fotitos y postalitas para que quede más apañado el asunto. Les deseo muy feliz año nuevo a todos!!

jueves, diciembre 28, 2006

Non ti sento più


Reto: Antonioni para las nuevas generaciones
Participantes: Kike Santander y Soraya Arnelas
Obra escogida: L'avventura, 1960

sábado, diciembre 23, 2006

Just like a woman


A finales de mes se estrenará en Estados Unidos una de las más interesantes películas producidas en la vasta periferia de Hollywood este año sin apenas repercusión y con pocas posibilidades de trascendencia –¿la The Notorious Bettie Page de esta temporada?–. Desde que Warren Beatty comprara los derechos para llevar a la gran pantalla la vida de Edie Sedgwick, el proyecto de una película sobre la más famosa Warhol superstar y uno de los rostros más bellos e icónicos de los sesenta neoyorkinos ha estado dando vueltas sin rumbo, hasta que el director George Hickenlooper finalmente se hizo cargo.


La vida de Edie Sedgwick reproduce al detalle el prototipo de chica guapa de clase alta, WASP chick, que deja atrás la represión familiar al ingresar en la universidad e inicia una alocada espiral de desinhibición social, política y sexual. Las verjas no solo provocan el deseo de ser superadas, sino también el de volver después para destruirlas. Las anfetaminas y la bulimia pronto empezarían a formar parte de la rutina diaria de Edie, sobre todo después de trasladarse a Nueva York a la búsqueda de trabajo fama como modelo y actriz. Su autodestrucción fue una que muchas habrían deseado: conoció a Andy Warhol, fue su musa y artista más popular, apoyada en una cocina de plástico blanco o tumbada sobre una cama. Terminó transmutándose en él, protagonizando ambos una relación vampírica durante año y medio hasta que el progresivo estado de adicción y dejadez de Edie hizo que fuera dada de lado por el resto de la Factory y el propio Warhol. Se trasladó al Chelsea Hotel y cayó enamorada de Bob Dylan como su musa desengañada (till she sees finally that she's like all the rest / with her fog, her amphetamine and her pearls), hasta que llegó el momento en que estaba tan delgada que ni siquiera podía pincharse la heroína en el pie. Aparece posando en Vogue, con solo la mitad de la cara iluminada y con una peluca tapando su pelo lacerado. Fue alternando amantes y drogas de todo tipo –anfetas, tranquilizantes, heroína, incluso speedball– así como visitas prolongadas a todos los hospitales psiquiátricos de Nueva York y California. Este proceso de autodestrucción, con una gran capacidad para generar arte en torno a su atormentada persona, termina con la muerte de Edie, entre las sombras de la química, por sobredosis de barbitúricos. La causa de la muerte fue decretada como Accidente/Suicidio, pero la segunda posibilidad sería una redundancia para la vida de esta modelo y actriz, pese a todo siempre aterrada de la soledad y ávida de un amor tierno.


En definitiva, el reflejo desnudo de un determinado estilo de vida, cuyo traslado al biopic producido por los Weinstein esperemos que pueda y sepa estar a la altura. La controversia ya comenzó con Lou Reed diciendo que el guión era una basura, y ahora continúa con Bob Dylan amenazando con demandar a la productora y detener la distribución de la película. Según sus abogados, parece ser que, aunque se ha cambiado el nombre a su personaje, el film da a entender que la muerte de Edie habría sido culpa suya. O puede que en realidad lo que le moleste sea estar interpretado por Hayden Christensen, que también es un agravante a tener en cuenta. Por cierto, que tras varias complicaciones durante la pre-producción, la protagonista de Factory Girl es Sienna Miller que, vale que está muy buena, pero no es que se parezca demasiado a la candorosa y espiritual Edie que digamos. Habrá que ver cuánto hacen el pelo corto, las sombras de ojos, el diseño de producción y la propia actriz para compensar. Si me preguntan por mi alternativa, habría escogido sin duda a Winona Ryder; pero tampoco se fíen mucho, porque esa es mi respuesta a cualquier alternativa de casting femenino. Eso sí, ninguna objeción a Guy Pearce como Warhol.

No es recomendable intentar deducir mucho del trailer, salvo que habrá flashes de cámaras de fotos en la película, pero hay ganas de que podamos disfrutar de una instantánea del universo Factory al menos tan interesante como la contenida y documentada aproximación de Mary Harron a la figura de Valerie Solanas en I Shot Andy Warhol. Si en aquella, por la negativa de Lou Reed a aparecer, Yo La Tengo hacía el papel de un grupo con reminiscencias de la Velvet, en esta ocasión son Brian Bell y Patrick Wilson de Weezer los que interpretan a Lou Reed y John Cale respectivamente. No se lo voy a negar, ganas hay muchas, pero también bastante excepticismo, pues es bastante probable que la relación de Edie con las drogas, indivisible de su personalidad, haya sido más que suavizada y estemos ante un nuevo ejercicio de recreación bonito sin más, sin hondura psicologíca ni interés por explorar las aristas del personaje retratado –o sea, que veamos Walk the line de nuevo–.

+ Edie: American Girl, de Jean Stein y George Plimpton

sábado, diciembre 09, 2006

Just when you get on a roll

Ya están aquí. La tradición navideña más denostada en público y ansiada, recopilada y revisitada en privado por todos nosotros: las listas de lo mejor del año. Que, como la publicidad navideña, las aglomeraciones en los centros comerciales y el despilfarro energético –definitivamente, la Navidad no está concienciada con el calentamiento global–, cada año llegan antes. En DoCopenhagen ya han puesto a punto la lista con los 50 Mejores Videoclips de 2006, donde gana la inventiva puesta en escena de OK Go para su estupenda "Here It Goes Again". No es mi favorito absoluto, pero me parece estupendo como reivindicación de que se puede hacer un gran videoclip en un solo plano y con la cámara estática. Al director, Olivier Gondry, se puede decir que el talento le viene de familia.

La genial novedad de este año es que podemos ver todos los vídeos seleccionados para confeccionar nuestras listas alternativas y recordar esos otros que teníamos ya olvidados. Además, el marcado carácter gafapastista de la página nos permite descubrir las nuevas propuestas que marcan el ritmo de la música actual –y que siempre se nos han debido de escapar cuando las pusieran en la Mtv entre tanto vídeo de Beyonce, o algo—. Eso sí, inexplicablemente, el de Dover no aparece.

lunes, diciembre 04, 2006

Real Fiction


Que internet está cambiando irrevocablemente todas las claves del ámbito de la comunicación es un hecho. No se trata sólo de la revolución que supone la expansión de la información a través del acceso fácil, totalmente libre y rápido a recursos de todo el mundo, la democratización de la misma gracias a la independencia —y veracidad en cuarentena— del fenómeno blog, también la publicidad está en plena experimentación de nuevas formas de llegar cada vez más subrepticiamente —llegando hasta a denominarse como viral— a lo más profundo del alma de sus destinatarios. Pero aquí nos interesan especialmente las nuevas posibilidades para el desarrollo de la creatividad narrativa que proporciona la conjunción de las nuevas tecnologías con la oportunidad de acceder a una audiencia potencialmente global. Sí, aunque libros y manuales académicos que contienen estas mismas aseveraciones nacen al minuto en la imprenta más olvidada y se acumulan en los estantes de las bibliotecas de las universidades públicas —indudablemente algo de lírico tiene que haber en que estos cantos a la modernidad tecnológica se fosilicen inmediatamente tras nacer ya caducos, pero dejemos eso para otro día—, aquí intentaremos ofrecer algo más, como la confrontación entre dos ejemplos paradigmáticos que han nacido este mismo año. ¡Supere usted eso, señor catedrático! —cuando lea esto dentro de un par de años.

A estas alturas ya quién no conoce a Bree. Es decir, el personaje interpretado por Jessica Rose que protagoniza el que ha sido el fenómeno audiovisual y socio-cultural de esta segunda mitad de año: LonelyGirl15. Lo último ha sido aparecer en la portada de Wired, pero no se pueden dejar de tener en cuenta todas las implicaciones que tiene el que este producto audiovisual post-televisivo siga gozando de un creciente e imparable éxito tras haber desvelado su principal activo, la veracidad de todo lo narrado, como totalmente falso. Pocas veces un salto de tiburón de esta envergadura ha dado tan buenos resultados. En realidad porque estoy seguro de que aunque mucha gente ya sea consciente de su naturaleza ficticia, simplemente lo olvida en cuanto mecánicamente cada día se descarga su dosis diaria. No es la naturalidad en la actuación de Rose, es la fuerza del formato. No importa cuántas veces se diga, mucha gente seguirá pensando que The Blair Witch Project ocurrió de verdad, aún estamos en una época en la que la imagen de video, con textura, amateur y descuidada obtiene un plus de credibilidad por comparación con su madre en celuloide, tan perfecta y esteticista ella, lo que da una fuerza persuasiva a su discurso muy seria —afortunadamente para todos nosotros, Miguel Ángel Rodríguez no se la ha descubierto aún—. Durará poco, lo que nosotros mismos tardemos en cuestionar de forma refleja todo lo que nos llegue en estos formatos tanto como la última película de acción hollywoodiense o la enésima historia de amor superjuvenildelahostia guionizada sobre un esquema desarrollado en los setenta. Es un proceso natural que ya tuvieron que hacer esos simpáticos caballeretes bigotudos con bombín y damas con blusas y largos vestidos —qué siglo, el XX— que salían corriendo porque creían que la locomotora filmada les iba a arrollar, pero hasta entonces tenemos por delante una impagable oportunidad para disfrutar con híbridos ficcionales de todo tipo. En definitiva, para saber más sobre la gestación de LonelyGirl15 y el desarrollo de esta multigenérica y cambiante serie teen, nada mejor que el extenso artículo de la propia Wired.


Nuestro segundo ejemplo nace casi sincrónicamente al exitoso proyecto de Flinders y Beckett, si lonelygirl15 publicaba su primer vídeo en mayo, MariPili inauguraba su blog en junio. Crónicas de un bollo recién horneado es, de momento, el blog personal de una joven camarera y estudiante madrileña que cuenta sus desventuras dentro del intrincado, y muchas veces esquinado, mundo de la bollosfera. Pero tomando la forma seriada de capítulos con títulos cinéfilos, mucho sentido del humor y un gran y envidiable uso de la prosa, así como una constante renovación argumental con piruetas delirantes —cf. un nuevo trabajo de un día de duración— y saltos con tirabuzón —cf. la aventura en el cine— y toda una amplia cantera de personajes-materia prima para conformar una mitología propia en ese colectivo bolloblogueril formado en torno a la publicación de El Libro Naranja. Ahora MariPí parece haber iniciado un nuevo arco argumental con un imprescindible episodio especial en cinco entregas que no tienen de serial solamente la estructuración, sino un cierre en toda regla como anticipo de lo que puede dar de sí la nueva temporada. En este season premiere encontramos de todo: exotismo, espíritu road-movie, angustia sentimental, sexo, situaciones límite, psicologismo, alcohol e incluso ternura. Además de una revelación visual final sin precedentes en la serie.

MariPí no ha sido la primera, desde luego. Otros ejemplos de blog-fiction han pasado por las letras españolas con más pena que gloria, pero nunca con un nivel de escritura tan adecuado y natural como el suyo, o al menos no haciendo un tratamiento costumbrista y juvenil que se molesta en dosificar y camuflar sus chirríos ficcionales con una incuestionable gracia. En realidad nos da igual que sea verdad o mentira, a estas alturas uno ya ha dejado de creer en entelequias y, en la narración como en la vida, le interesa más el viaje que el destino, pues aparte de que permite prolongar mucho más el placer que se obtiene al disfrutarlo —el destino puede ser un fogonazo muy contundente, pero mucho más finito y, a la postre, menos memorable—, es más meritorio y necesita manejar técnicas más atractivas para captar nuestro interés. Ah, y faltan diecisiete días para las MariCampanadas.